sábado, 30 de noviembre de 2013

El barril de pólvora y el gilipollas del mechero.

(Con cariño para mi amiga Magui Olmedo, La Flor de Burgos)

El ser natural de cualquier sitio, las Islas Comores, por ejemplo,  tiene sus inconvenientes y supongo que debe tener también sus  cosas positivas. Aquello es bonito sin llegar a ser lujuriosamente bello, posee un clima razonable dentro de su comorismo, la gente es hospitalaria sin llegar a ser pelma ni pegajosa, hay buena pesca… Digo yo que eso de ser… “de allá” tendrá sus más y sus menos como por lógica debe suceder con casi cualquier otro lugar de la tierra.
Pero el haber nacido en Melilla -cada día lo veo más claro- ha terminado por  tener como principal y único atractivo, que puedes decir que eres… “de acá”.
Y… ¡ya está! ¡Se acabó!
O por lo menos, para eso me parece a mí que estamos quedando los paisanos de esta bendita tierra que limita al este con el mar y a los demás puntos cardinales, con lo que podríamos denominar “la puta valla de los cojones”.
Podría parecer, por la peyorativa descripción de que la he hecho acreedora, que no goza ese monumento de hierro y alambre de una mínima consideración por parte de este modesto escritor, ni en función de su aspecto artístico, ni en función de su más que cuestionable operatividad. Y en realidad, el que así pensase, pensaría bien.
Me explicaré.
Quizá los más jóvenes no recuerden que hace unas décadas, en Melilla no existía una valla de triple paño y siete metros de altura que limitara el tráfico de personas y mercaderías entre este nuestro país y el vecino reino de la siempre simpática y colaboradora monarquía alauita, pero es cierto; no la había.
El melillense típico solía pasar unos quince o veinte domingos al año comiendo arroz o pinchitos en los Pinos y era habitual que los más jóvenes nos diéramos un paseo por los “Pinos morunos” después de comer, paseo durante el cual recogíamos piñas -que entonces, sorprendentemente, tenían piñones- o buscábamos tortugas, o matábamos escorpiones, o nos embadurnábamos con resina las manos, las piernas, la cara y la ropa para que nuestros padres estuvieran supercontentos por la noche.
La separación entre nuestros pagos y los pagos vecinos era puramente testimonial y la alambrada –que sí que la había- consistía en retazos oxidados de irregulares tramos de vallas de cómo medio metro de alto que los chaveas pasábamos sin el menor recato ante los ojos, divertidos a veces y somnolientos casi siempre, del mehanni de turno o del policía de servicio.
Podría decirse que éramos más los que pasábamos para allá que los que venían hacia acá.
Mientras nos íbamos haciendo mayores, los países africanos fueron ganándose la independencia y sus independientes ciudadanos comenzaron a hacer lo que en este continente es tradicional en circunstancias similares, es decir,  matarse vivos. Occidente, siempre alerta contribuyó armando milicias de un signo o reventando a las del signo contrario según mil y un criterios nunca suficientemente explicados.
Apoyamos gobiernos demenciales, desquiciamos hasta lo impensable a cuantos comenzaron a asomar la cabeza por el estrecho ventanuco de la democracia, ignoramos a los que más nos necesitaban y les reímos las gracias a varios payasos que hablaban bien el Español y se vestían de Ermenegildo Zegna mientras sus paisanos se devoraban los unos a los otros por puro odio o por puro aburrimiento.
Y entonces surgieron el miedo y el hambre.
Y mientras en la Península se empleaban a fondo en demostrar lo solidarios que éramos en Melilla y lo mucho que nos respetábamos y nos queríamos, y los bien que convivíamos y lo de las “Cuatro Culturas” y todas esas gaitas, llegaron los primeros subsaharianos.
Los Melillenses empezamos a ejercer entonces una curiosa mezcla de solidaridad y escepticismo, adobados con la siempre forzada bizarría con la que afrontamos desde tiempo inmemorial los desmanes y la incompetencia de nuestros políticos en la metrópoli.
El pueblo de Melilla se ha desvivido por ayudar en la medida de lo posible a esos miles de hombres y mujeres que se han enfrentado valientemente a su destino y que no han dudado en jugarse la vida para encontrar simplemente un poco de paz y un plato de comida.
El pueblo de Melilla ha aprendido a ver al inmigrante como a un amigo.
El pueblo de Melilla, no está indignado, ni dolido, ni triste… Está cansado.
El pueblo de Melilla ha hecho lo que tenía que hacer.
Pero ahora no  nos toca a nosotros.
Y a mí me preocupa especialmente este absurdo y dantesco espectáculo que tenemos montado a uno y  otro lado de la valla de la vergüenza y la discordia.
Nos pusieron la valla –supongo yo- para que no pasaran de forma ilegal los que no debieran hacerlo. Hasta ahí, y por doloroso que pueda parecer, me parece lógico y hasta necesario.
Pero el hambre da alas y las escaleras de palo ayudan. Y las “excelentes relaciones” con Marruecos ponen de su parte. Y cada día recibimos con la boca más abierta y el corazón más cerrado las noticias de cientos de subsaharianos que vulneran cada noche la majestad de esa inútil estructura, gris, siniestra y estúpida.
Los hombres que defienden el perímetro de nuestra frontera asisten, agotados, al espectáculo en el que se ven por fuerza envueltos madrugada tras madrugada. Los veo volver a casa maltrechos, doloridos, agotados, impotentes. Regresan cada mañana con la mirada perdida entre la amargura y el desconcierto.
Desde muy lejos “comprenden” nuestro problema.
Se decide la instalación de una red de cuchillas meramente disuasorias. Pero que cortan. Es decir, cortan, si subes los ocho metros de alambre que las separan del suelo.
Y hacen daño. Mucho daño. Y matan.
Ya tenemos el dilema servido en bandeja.
Cientos de voces se alzan contra el infame invento por lo inhumano que resulta. ¡No puede ser! El inmigrante tiene que pasar sin resultar herido. Ahora el reto consiste en que los que se atrevan a cruzar la valla lo puedan hacer sin sufrir daño físico.
¡Quitamos las cuchillas!
Pero entonces todo el mundo querría pasar.
Ah. Pues entonces… ¡que no las quiten!
Pero esas cuchillas pueden seccionarte la yugular y ponerlo todo perdido.
Eso es otra cosa. En ese caso ¡Que la quiten inmediatamente!
Pero es que hay miles de personas acampadas en el Gurugú esperando el momento de atreverse a saltar y llegar a Melilla.
Pues… Pues…
Y así estamos.
Nadie quiere esa valla. Yo me siento encerrado. Me roba la vista de ese mar que cada día vemos menos. Me despoja de la sensación de libertad que disfrutábamos en esa infancia feliz que vivimos en Los Pinos cuando podíamos ir y venir a nuestro antojo. Me da tristeza. Me duele esa valla.
Y también me duele que me ignoren, que jueguen conmigo, que crean que en Melilla lo estamos pasando bien con esta vergonzosa circunstancia en la que NO NOS HEMOS METIDO NOSOTROS.
Alguien tiene que poner fin a esto. Sinceramente no sé cómo, pero tampoco he querido nunca saberlo. Cada cuatro años asisto con litúrgica predisposición y esperanza renovada al sacrosanto acto de depositar mi voto en una urna. Hay quienes se dan de hostias para aparecer en esas listas. Son ellos los que tienen que hacer algo. Y lo tienen que hacer antes de que alguna tragedia nos vuelva a situar en las portadas de los periódicos o en los titulares de los informativos.
Es el momento de exigir valentía. Hay que ponerse por delante de los acontecimientos y evitar lo inevitable.
Los Melillenses no tenemos porqué arreglar esto. Esto no es obra nuestra. Hemos hecho lo humano y lo inhumano por vivir y convivir, por sobrevivir y por ayudar a los que quieren sobrevivir, por comprender y por que nos comprendan.
Y que quede claro -bien claro-, que con melindres no se solucionan los problemas.
Estamos sobre un barril de pólvora. Y aunque estamos preocupados y expectantes, no dejamos que ello nos amargue la existencia.

Lo peor es que venga un gilipollas con un mechero a jugar a nuestro lado.

42 comentarios:

  1. Y de los pinos morunos bajabas a la plancha de los cortaos morunos a pegarte un bañito y el domingo al barrio chino a por fruta y cocacolas de esas fuertes morunas. Comparto.

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  2. Más claro no se puede decir. Lo que hay que hacer es quesentere TODOLMUNDO, todos los españoles. Todos los europeos. Que no sólo los de Melilla.
    Y muy importante decir que los que "saltan" la valla no son asesinos que quieren salir de la cárcel ( a esos los dejamos salir por la puerta grande), son PERSONAS que huyen en busca de una vida digna.
    Chapó Pedro.
    Y mil gracias por dedicármelo. Sol de Melilla
    Magüi

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  3. Como melillense que ha vivido ese antes y después que describes en tú artículo Pedro, tan sólo puedo decir que suscribo todas y cada una de las palabras que en él has puesto, que el sentimiento es común y estoy seguro que mayoritario entre toda la gente que habita en mi ciudad natal, porque la gente de Melilla es buena gente y sabe muy bien de qué va esto. También comparto el comentario de nuestra amiga en común Magüi. A veces me pasa que cuando me cruzo con algún gilipollas de esos que hacen comentarios del tipo: "...Que se vayan a su tierra los putos negros estos" o "Lo que tendrían que hacer es hundir las pateras", no puedo reprimir mis ganas de mandarlos a la mierda, y lo hago, para posteriormente explicarles de forma muy sucinta de qué va el rollo, no sin antes desearles, por supuesto, que ojalá hubieran sido ellos los que hubieran nacido en la "cara amarga" de este mundo tan mal repartido. Saludos y mis felicitaciones por este artículo.

    Eduardo Sierra.

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    1. Gracias, Eduardo, por tus amables palabras. Y por tu amistad. Un abrazo.

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    2. Me a gustado mucho el artículo,me he identificado bastante con tus palabras y estoy de acuerdo en todo lo que has dicho,espero que algun dia todo vuelva a ser,no ya como antes si no mejor,un abrazo.

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    3. Gracias, Francisco. Muy amable. UN abrazo.

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  4. Pedro.....tus palabras, cual cuchillas de la valla, deberían herir la conciencia de aquellos que pueden solucionar esto.( y que les pagamos para ello). Con que sintieran ese dolor otro gallo cantaría....pero claro para eso hace falta empatizar, un poquito, solo un poquito, una chispita de sensibilidad.
    Enhorabuena por el post, perfecta y milimétricamente redactado. Se puede decir más alto, pero no más claro.
    Enhorabuena.

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  5. Qué bien lo dices, Pedro. Lo voy a compartir.

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  6. Qué letras, con el corazón en cada coma. Gracias. Por tocar la patata y la neurona. Un abrazo

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  7. Gracias por leerme y gracias por tus palabras.

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  8. Mariló López Ruiz1 de diciembre de 2013, 2:31

    No has podido describir mejor el antes y el después de la patética alambrada. La de recuerdos que me ha traído.
    Aprovecho para animarte, si es que no lo tienes ya en mente, a que nos sorprendas con la segunda parte de "Asesinato en el Madison". Un abrazo

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    1. Gracias, Mariló, por tus palabras. No habrá segunda parte del Madisón, pero ahí ando con otro proyecto que, si Dios quiere, veréis pronto.UN besazo.

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  9. querido hundred% contigo un abrazo y hablo con conocimiento de causa

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  10. ¿Por qué no le echas una fotocopia y se lo mandas a Barkani? Hasta hace poco, toda la culpa era de los socialistas (que como todos, alguna culpa tendrán, claro) y ahora ya han descubierto la letanía en Delegación y Ciudad de que se debe encargar Europa. Pero lo hacen como el que lo habla en un bar. Coño ya!! Que tenemos tres sueldos (Imbroda y Dueñas, senadores; Antonio, Diputado, que no sé si el pobre hombre está ya bien) en Madrid. Que los concejales están semana sí y semana también en Madrid, echándose fotos con ministros. Que pertenecen a un partido (igual que los del PSOE) que tienen gente que pagamos nosotros en Bruselas. Que Margallo, de exteriores, es hijísimo de Melilla. Que ya que han dormitado hasta ahora impunemente, que se pongan las pilas como dices!! Pero completemos el círculo. Que no somos nosotros, los de a pié. QUE SON ELLOS quienes YA tienen que meterle mano, efectivamente. Que están tardando, que los estamos esperando desde ayer.

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  11. Chapó Pedro, lo comparto en mi perfil y comparto cada una de las palabras que has escrito, Un besazo

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  12. Pedro, Gracias. Has escrito lo que muchísimos pensamos. Ojalá tus palabras lleguen muy lejos y muevan conciencias. Un saludo.

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  13. Los melillenses si que tenemos gran parte de la culpa, es cierto que los políticos son los que tienen que hacer algo, pero aún sin hacerlo cada 4 años elegimos a los mismos ¿y cuantos años llevan ya? Muchos melillenses no aceptan ninguna crítica ni hacia la ciudad, ni hacia ellos mismos,,, y así las cosas seguirán igual año tras año..

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  14. Comparto absolutamente todo lo que dices, Como melillense me duele la imagen que se proyecta del pueblo de Melilla allende "el charco". Yo, que como tu, y miles de melillenses hemos vivido el antes y el después, y hemos convivido en paz y armonía con esa frontera (mucho más liviana en nuestros tiempos mozos), me duele enormemente que la opinión pública española confunda la parte con el todo. La valla se encuentra situada, por desgracia, en la ciudad de Melilla, pero la "valla de Melilla" no es la valla de los melillenses. Yo, desde hace mas de diez años vivo fuera de allí, pero conozco a la perfección todas las vicisitudes de la dichosa valla, y conozco de primera mano cómo el pueblo de Melilla acepta y asume las consecuencias de una decisión que en nada nos atañe, pero que empaña nuestro nombre y nuestro honor. Enhorabuena por tu reflexión y por abanderar la opinión de todos los paisanos que, aunque no vivamos ya allí, llevamos el pabellón de nuestra querida tierra allá donde vamos. Un fuerte abrazo y te reitero mi enhorabuena.

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  15. genial artículo... sólo felicitarte por cómo han salido tus pensamientos en forma de palabras escritas... pedro, lo comparto con tu permiso (y sin él, jejeje).
    un abrazo (q aún recuerdo tus clases y fuiste en parte mi modelo)

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  16. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  17. Me duele leer , desde tan lejos, lo que describes con evidente amargura. Es mi tierra, la añoro y mis recuerdos coinciden basicamente con los tuyos. Espero que algún día puedas contarme que todo se ha solucionado, o al menos a mejorado. Un abrazo Pedro. Ramon Martin Palma

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  18. Joder con el movil..."ha mejorado"

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  19. Tremendo. Totalmente de acuerdo.

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  20. No se pueden decir las cosas mas claras. Eres único vecino. Gema.

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  21. A los que quieren que España acoja a estas personas: ¿Tienes sitio en tu casa para tener alguno de ellos? ¿Podrías alimentarlos?...
    A los que quieren que el problema se solucione: La solución está en las Chafarinas...

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    1. Me gustaría estar tan seguro como tú de la solución. De todas maneras, gracias por tu comentario.

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  22. ¿La solución...? Creo que no hay solución, África se expande, pasa la línea de marea y, cuando sopla viento, las olas africanas no conocen obstáculos. La valla es, simplemente, como esas escolleras que resisten el día a día pero que, cuando llega al tsunami...
    Se pude hacer, resistir el oleaje digo, por fuerte que sea; hay muros de hormigón, tuvimos uno en Europa que duró la tira, separando a una misma nación, pero es mejor poner vallas trasparentes porque así los demás te dedican insultos más suaves, y poner concertinas de plástico, para que brillen, acojonen y, después, no corten, porque así seguirán considerándonos civilizados. Pero nada de esto, ni los muros más altos ni las vallas más intrincadas (se nos olvida hablar de la célebre "sirga" tridimensional que iba a acabar con todos los problemas) van a solucionar la salida de madre de los más capaces de entre los subsaharianos.
    Porque, eso sí, si dan penita los cachas que saltan a diario, no digo nada de los famélicos que ni siquiera pueden abandonar su aldea, de hambrientos que están, y de esos nadie parece acordarse, y, peor aún, su destino es cada vez más sombrío.
    Porque, mientras las vallas se puedan saltar, mientras Europa siga embebiéndose de subsaharianos, allá, en el subsáhara cada vez habrá más muertos por hambre, que ni bombas o balas harán falta dentro de poco.
    Mi propuesta (a lo mejor mi solución): cerrar a cal y canto, de verdad quiero decir, las fronteras, y obligar a que todas esas energías de los cachas tan ágiles y fuertotes, se empleen en sacar a sus países respectivos de la miseria, el abandono y la falta de futuro.
    Si no es así, saltarán muchos, prosperarán en Europa y se salvarán, pero otros muchos, muchos, muchísimos más, verán cumplida la pena de muerte que alguien sentenció hace muchas décadas.
    Felicidades, amigo Pedro, y gracias por incitarme a la respuesta.
    Severiano.

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    1. Gracias, Severiano, por tus palabras. Como siempre, un lujo leerte. UN abrazo enorme.

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