miércoles, 28 de junio de 2023

Peligros del verano. Shark attack.

 


¿Hacerse el muerto?, ¿tirarle piedras...?: Los consejos más útiles por si te encuentras un tiburón en la playa.

Este es el titular de un artículo publicado en la edición digital del diario ABC de hoy martes.

Estaba yo intentando informarme de los avatares de la guerra en Ucrania y de los pormenores de la campaña electoral aquí en España cuando me lo he encontrado de sopetón. En ese momento, lo de la guerra me ha parecido una tontería y lo de las elecciones, otra.
  Cuando hablamos de problemas serios como que un escualo te pueda comer las piernas delante de tu churri o de tus nietos en el transcurso de un apacible día de playa, lo demás pierde notoriedad.
    La autora afirma que el hecho de encontrarse animales en la playa “genera incertidumbre”. Debe ser cierto. De hecho, en las paradisíacas playas de Australia, Sudáfrica o Egipto donde se registran la mayor parte de ataques de tiburón a seres humanos, la mayoría de las víctimas fallecen, no por causa de las heridas, sino por la pura incertidumbre generada en los momentos previos o posteriores al ataque.
-¿Cómo se encuentra?- le preguntaron a Billie Grawman, subcampeón mundial de surf y residente en Mossel Bay, Ciudad del Cabo, a los pocos minutos de haber sido agredido por un tiburón toro y de haber perdido ambos brazos y una oreja en el incidente.

-Bien -respondió el joven- pero con una tremenda incertidumbre.

Billie Grawman sigue practicando el  surf en un río que hay cerca de su casa, se ha cambiado el pendiente de sitio y cuando va al teatro aplaude menos, por lo demás, hace vida completamente normal.

La autora del artículo, haciendo uso de informaciones y documentos al respecto, afirma en otro pasaje que “también se aconseja no salpicar ni molestar a un tiburón ya que llamarás todavía más su atención”. Si. Ahí lleva mucha razón. Si un tiburón de seis metros te muerde un pie, tienes que intentar nadar muy despacito, muy despacito para no salpicarle. Como dice el refrán “Tiburón salpicado es tiburón cabreado”. Y no queremos eso, ¿verdad?

Leer es saber.

Leer es aprender.

También he aprendido que “estos animales suelen tener en cuenta el tamaño de sus 'contrincantes' y, en ocasiones, lo mejor es hacerse pequeñito para que no te vean como una amenaza”.

Toda la vida intentando convencer a mi Virgi de que “el tamaño no importa” y ahora resulta que para los tiburones sí. Por lo visto hay que hacer como si no estás y acurrucarte y si puedes, buscar con la mirada algún gordito e intentar sugerirle al bicho un festival de sabores nuevo y sorprendente.

“Defenderte con lo que sea, a puñetazos, con una piedra…”

Si. Lo de la piedra es fundamental. Por eso se suele ver a miles de surferos en el pacífico, deslizándose con sus coloridas tablas sobre las olas… cargados con una piedra. 

Un losco. 

Un ladrillo.

Lo que tu veas.

El caso es generar en el escualo una suerte de incomodidad y de desconfianza, de desconcierto y de duda.

El animal pasa de pensar por dónde empezar la merienda a plantearse dudas existenciales de cierta relevancia.

-Y este tío en medio del mar -se pregunta- ¿de dónde coño ha sacado una piedra?

Por último, mi amiga, sabia conocedora del medio marino y sus moradores, establece como premisa absolutamente concluyente que no vale para nada -en contra de lo que muchos piensan- “hacerse el muerto”. No deja de tener cierta lógica. Si te mueves, chapoteas y salpicas y… ya sabes. ¡Ñam!

No obstante, es un hecho comprobado que un gran número de personas a las que les ha sorprendido el ataque de un escualo en circunstancias inesperadas, acaban en un momento u otro “haciéndose el muerto”. A mi tía Mari Loli, estando de vacaciones en el Mar Rojo, le sacó el hígado un “Carcharinus ambithyorinchus” atraído por el olor de su bronceador “In Style” del Mercadona y no tuvo más remedio que hacerse la muerta.
Y ahí sigue, la pobre.
Feliz verano.