domingo, 12 de junio de 2011

NOS QUEJAMOS POR TODO. I love you ACCIONA.


Cuentan las crónicas que Don Pedro de Estopiñan, conquistador de Melilla, pidió dinero a Juan Alonso Pérez de Guzmán, Duque de Medina Sidonia. Él mismo se fue al puerto de Sanlúcar, alquiló un par de barquitos, se vino para Tres Forcas y puso sus banderolas y estandartes en Melilla la Vieja, que por aquel entonces, obviamente, no era tan vieja.
Si Don Pedro hubiera tenido que depender de Acciona-Trasmediterránea para venir a conquistar esto, seguramente hubiera dicho, con su acento gaditano, algo así como: ¡Mira, pisha! Con estos precios… ¡Que conquiste Melilla su puta madre!
Menos mal que la historia tiene sus sabios mecanismos y Acciona-Trasmediterránea fue fundada mucho después. Y no es que yo tenga muchas quejas, porque la gente está como indignada y la verdad, no sé a que viene tanto malestar.
Es verdad que los precios son un poco caros. Sí. Pero, ¿qué nos gastamos en comida todos los meses y no vamos al Supersol o a la pescadería de Mimón a darle la tabarra? Lo que pasa es que la gente es muy cómoda y prefiere comer a viajar en barco. ¡Con lo bonito que es viajar en barco!  ¡Y los problemas que da el comer! Yo cada vez que salgo  y me inflo de gambas rebozadas en el Bar Cinema o de solomillos en Casa Martín, a la mañana siguiente tengo una resaca tremenda. Igual tiene algo que ver la cervecilla, pero esa es otra historia.

Cuando viajas en barco tienes la ocasión de conocer el mar de cerca, volver a ser aquel pirata con quien soñabas de niño, disfrutar del glamour y de la elegancia y emular a De Caprio, por lo menos hasta la mitad de la película
También es verdad que los camarotes no están todo lo limpios que sería de desear, pero no hay que ser tiquismikis. ¿A quién no le agrada leer un poco lo que pone en la litera de arriba, escrito con rotulador indeleble o directamente con la llama de un mechero Bic, tradicional y sencillo? ¿A quién puede no gustarle aspirar el aroma centenario de esas mantas legendarias color diarrea clarito, llenas de historia y de recuerdos? Sobre todo de “recuerdos”.
Y los chicles… luego están los chicles. ¡Benditos chicles! Hay toda una leyenda en esos chicles pegados acá y acullá. ¡Cuántos de esos chicles han sido testigos de nuestros años de viajar, de nuestras esperanzas, de nuestros anhelos, de nuestras inquietudes…! Si esos chicles pudieran hablar, su sabio testimonio encarnaría buena parte de nuestra historia reciente. Y luego, que uno nunca sabe si se ha dejado el paquete de “Trident” en el coche.
La música con la que te despiertan es chuli. Ya lo era en 1967, y desde entonces no la han cambiado. Tiene que ser chuli por huevos.
Aunque lo que más me gusta es cuando te despierta William H.G. McNieffils (por darle algún nombre ficticio y/o anónimo y porque ese hombre tiene también una madre que lo quiere) una hora y cuarto antes de que el barco llegue a puerto.
 –TOC, TOC, ¡Málaga! ¡Málaga!
Te asomas a la ventanilla, si tienes la suerte de tener un camarote con ventanilla, porque si no te pegas un narigazo contra la pared, y ves… ¡el mar! Contemplas el inmenso y grandioso mar Mediterráneo, que en sí, es bonito y tal, pero que, desde luego, no es Málaga lo que se dice Málaga. Y es entonces cuando te planteas que en la tarjeta de embarque, en lugar de poner Melilla- Málaga, debería poner, Melilla-Veinte millas antes de Málaga. Se ajusta más a la realidad.
Luego, si bajas al garaje, mientras esperas oliendo el aroma de los hidrocarburos, quizá tengas la suerte de compartir con algún cernícalo y/o cafre y/o cefalópodo y/o capullo, los propios gases de su todoterreno que ha arrancado para ir calentando aunque falte más de media hora para desembarcar.
Esto de los paquetes familiares con coche y todo ese jaleo se está yendo un poco de madre. Los vínculos familiares hay que fomentarlos en casa e incluso en el colegio desde que los chavales son pequeñitos, que es cuando más aprenden. Lo del barco es meramente accidental.  Y llevar el coche a Málaga o a Almería no hace sino aumentar el tráfico en esas dos bellas ciudades, que ya de por sí están atiborradas de vehículos de todo tipo.
¿No es más bonito llegar al puerto de la bella capital de la Costa del Sol, pegarte un hermoso paseo por la pasarela y después coger un coche de caballos que te pasee y te deleite entre el olor de las biznagas, de la salazón del Perchel y de los caldos de la Casa del Guardia?
NO hay que quejarse tanto. NO hay que pagarla con ACCIONA-TRASMEDITERRÁNEA. Ellos hacen lo que pueden. Cierto es que parece que lo único que “pueden” es fastidiar a los atribulados contribuyentes de esta noble plaza, pero estoy seguro que es contra su voluntad. “Imperativos recónditos” que decimos los técnicos en la materia.
Yo quiero romper una lanza en favor de ACCIONA-TRASMEDITERRÁNEA.
Será una mierda, pero es NUESTRA MIERDA.